Los Hijos y el «Qué Dirán»

…”Vuestros hijos no son hijos vuestros.
Son los hijos y las hijas de la vida, deseosa de sí misma. 
Vienen a través vuestro, pero no vienen de vosotros.

Y, aunque están con vosotros, no os pertenecen.

Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos.

Porque ellos tienen sus propios pensamientos.

Podéis albergar sus cuerpos, pero no sus almas.

Porque sus almas habitan en la casa del mañana que vosotros no podéis visitar, ni siquiera en sueños.

Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no busquéis el hacerlos como vosotros.

Porque la vida no retrocede ni se entretiene con el ayer.
 Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos, como flechas vivientes, son impulsados hacia delante.

El Arquero ve el blanco en la senda del infinito y os doblega con Su poder para que Su flecha vaya veloz y lejana.
 Dejad, alegremente, que la mano del Arquero os doblegue. 
Porque, así como Él ama la flecha que vuela, así ama también el arco, que es estable».     
Khalil Gibran “El Profeta”

Cuando leí por primera vez esta párrafo que hoy comparto contigo tenia 19 años y estaba recién casada, me pareció hermoso pero no lo comprendí realmente.   ¡Que me iba a imaginar, que varias décadas después, recién lo haría!.

Tengo cuatro hijos maravillosos a los que acepto y adoro, a quienes les agradezco haber sido mis maestros y a quienes puedo decirles ahora: 
¡Ustedes no me dan la felicidad! La felicidad vive en mi.

Y les pido perdón por que hubo un tiempo en que quise llenar mi vacío con ustedes.

Soy mujer y como tal, me creí toda esa historia que mi propósito en la vida era ser madre, hoy sé, ¡ que nací para ser feliz!. Con maternidad o sin ella.

Mis hijos y yo,  por algún motivo, creamos  desde nuestras memorias a la madre que fui, con rasgos tan desesperantes como el control, la exigencia, la manipulación y el eterno  descontento y juntos fuimos mejorando nuestra realidad, ¿son ellos felices?, no lo se.

Eso depende de lo que hagan con sus memorias, yo solo puedo hablar por mi misma, les puedo decir, que si lo soy porque tengo paz y cada día aprendo mas y mas a aceptarme y cada día fomento el apego, si, el apego incondicional y constante a mi YO SOY, ya no espero que el apego a  mis hijos   o a cualquier otro ser humano, actividad o pertenencia, llene esta necesidad de sentirme amada y de amar. La divinidad en mi es la que llena mi nido, no hay nido vacío cuando !Dios está en mi corazón!.
 En el ultimo taller recordé y relaté la historia de Draupadi; Ella era una reina totalmente entregada a Dios y su fe pertenecía a Krishna, en un momento fue secuestrada y humillada por un puñado de malvados que trataron de desnudarla frente a una multitud, en ese momento ella grito !Krishna tu que habitas como Dios en el sagrado monte Kailasa, ven y sálvame!
 En ese momento cuando los malvados trataban de despojarla de su sari, la tela de este se hizo interminable, jalaban de el y seguía corriendo la tela hasta el momento que llego Krishna y libero a Draupadi.
Entonces ella le dijo “Señor porque tardaste tanto en liberarme” y Krishna respondió: porque tu dijiste:

!Krishna tu que habitas en el monte Kailasa, ven y sálvame! Así que yo tuve que ir hasta el Kailasa y regresar!!, si tu hubieras dicho Krishna tu que habitas en mi corazón, hubiera estado en un instante a tu lado!.

¿Cuanto tiempo tuve a Dios viviendo entre las nubes, en la lejanía del frio cielo, sintiéndome sola y queriendo llenar ese vacío con mis hijos?

Hoy comparto contigo mis experiencias,  porque aún no termino el trabajo, esas  memorias que se me van mostrando son  para seguir avanzando.
Ya voy entendiendo, trabajo en mi y sólo conmigo, y ya no corro a decirles a  mis hijos y a los demás: ! mira, lee esto!, !haz esto!, !practica esto!.
Antes cuando lo hacia era porque no había entendido que todo cambio sale de mi y regresa  a mi. Si yo mejoro, mi realidad mejora.

Dos cosas mas son negativas cuando se trata de los hijos, la primera es el miedo al  “qué dirán”, ese miedo hace que mi forma de “mirar a mis hijos” sea llena de expectativas, o de temor, ya he aprendido que así como los miro, así responderán.

Y si los miro con descontento, con temor, con inseguridad, ¿porque espero tener a cambio hijos felices, si ya les di la mirada de minusvalía?

He aprendido a mirarlos con gratitud, nos hemos regalado mutuamente el con-vivir la experiencia de avanzar, de llenar nuestro corazones de amor, de aceptarnos, perdonarnos, apoyarnos y disfrutarnos. ¡Gracias Hijos míos!

El miedo al “Qué dirán” no es sino querer demostrar lo que no somos, y eso sucede muy a menudo cuando escuchamos a otras personas que le temen tanto o más que nosotros al “qué dirán” representar el papel del triunfador: “ mi hija la gerente”, “mi hijo el empresario”,  entonces puede que enganche en la memoria y entre en la competencia de demostraciones, alguna vez has escuchado decir mi hija la pacífica, mi hijo el calmado? 

Cada vez que me encuentro en una situación en la que estoy haciendo la actuación de ser yo, me detengo y me pregunto ¿a quien quiero demostrar que? ¿a quien quiero impresionar y para qué?

No necesito demostrarle nada a nadie y no necesito sacar los títulos de mis hijos de la cartera para sentirme valiosa, al fin y al cabo que ya aprendí : MIS hijos no son MIOS. Solo YO me pertenezco a MI.

Lo segundo es el apego. Un día escuche decir a mi maestro: ¿Sabes porqué deseas poseer? Deseas poseer porque le das al objeto o persona que deseas poseer, el poder de darte la felicidad y cuando finalmente lo consigues, descubres que no es suficiente y deseas más, es así como un deseo viene acompañado de diez más.
Me explico, si veo un cuadro maravilloso en una galería, lo admiro y quiero llevarlo a mi casa, ¿por qué? Porque le doy el poder de darme la felicidad. Si el cuadro tuviera ese poder me bastaría con admirarlo en la galería.
Con las personas sucede lo mismo, les doy el valor de darme la felicidad, y sólo,  si son como yo deseo, y si  hacen lo que yo quiero, si están conmigo constantemente, si me visitan y me llaman… y si  no es así: entonces me deprimo. Estoy apegada de manera egoísta. 

Nada es suficiente cuando mi apego va dirigido hacia fuera. El apego que nunca me fallará, es el apego al Dios que vive en mi. A esa presencia, a ese observador y compañero constante que vive dentro de mi, que es eterno en mi y que  comparto contigo. 
Divino creador hoy te entrego todos mis apegos, todas mis expectativas y  todos mis miedos, para que Tu, los trasmutes en luz
¡Y hecho esta!

Lo siento, por favor perdóname
Te amo
Gracias

Ana María

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