Abrazados

ìSeñor, te pido perdón por mis tres mayores pecados: ante todo por haber peregrinado a tus muchos santuarios olvidando que estas presente en todas partes; en segundo lugar, por haber implorado tantas veces tu ayuda olvidando que mi bienestar te preocupa más a Ti que a mi; y por ultimo, por estar aquí pidiéndote que me perdones, cuando se perfectamente que nuestros pecados, nos son perdonados antes de que los cometamos.
Del libro “La Oración de la Rana” de Anthony de Mello

Que bueno es sentirse cobijado y protegido, esa es la sensación que se mantiene constante cuando llegamos a una verdadera comunicación con nuestro Dios personal.

Le llamo ” Dios personal”, porque en todo el tiempo que llevo compartiendo los talleres, he conocido a muchas personas que sienten una especie de aversión a todo lo que se refiera a Dios, orar, entregar o tener fe.

Pero cuando les pregunto si creen en un poder superior a ellos mismos, lo aceptan sin vacilación. Bueno ese poder en el que crees es tu Dios Personal, y no importa como le llames ¡siempre es el mismo¡.

Solo cuando comenzamos a contactarnos con nuestros tres estados de consciencia, gracias a la practica del Ho´oponopono, nos abrimos totalmente a la idea de ese Ser Divino, que reside en cada uno de nosotros y nos mantiene siempre contactados con todo y con todos, y con una sensación de compañía y pertenencia.
Este tema me recuerda una experiencia de vida:

Hacen 30 años, decidí estudiar periodismo, y en la escuela conocí a un Maestro excepcional, el Profesor Martínez, un hombre cultísimo, había venido de España, su tierra natal, después de haber sido seminarista y director de coros, y acá en el Perú, trabajo muchos años como corrector de “La Prensa”, hablaba griego antiguo y latín, había leído las obras de los grandes filósofos en su idioma original, su conocimiento y las ganas de transmitirlo eran enormes.

Lo conocí muy poco tiempo, pero llegué a ser muy cercana a él, me maravillaba tanto conocimiento, y en esa época mi interés era sumamente intelectual, lamentablemente estaba enfermo y murió.

Yo lo visitaba muy seguido cuando ya no pudo levantarse, y unas horas antes de su muerte, al verlo muy atemorizado por la cercanía de lo que el sabia que era inevitable, le dije: “profesor recemos”, y él me contestó “Hija, no tengo fe”

Ese momento se marco con mucha fuerza en mi memoria, ¡tanto conocimiento y a la vez, tanto miedo en el momento de enfrentar la transición!.

La soledad de no creer, el sentirse separado y solitario a la hora de muerte debe ser algo espantoso.

Cuando el murió, mi amistad se trasladó a su esposa, una mujer que compartía con él su amor por la cultura, “Mechita”, fue más que una amiga, fue una fuente de conocimiento e inspiración para mí, ella me enseño mucho, muchísimo, pero yo creo haber retribuido a esa enseñanza, cuando le relataba mis experiencias espirituales después de cada viaje a la India, experiencias que ella fue valorando y esa valoración, hizo que comenzara a tener otro tipo de conocimiento, ya no tanto intelectual como espiritual.

Ella también murió hacen algunos años, pero lo hizo llena de fe.

Cuando recuerdo estas experiencias, no puedo dejar de agradecer a Dios, por haberme dado tanto, cada experiencia vivida ha sido como un paso adelante en este camino y hoy puedo compartirla contigo y transmitirte la emoción y el sustento que cada una de ellas me han dado, para haber llegado a este estado de paz, más o menos estable, se que me falta mucho por recorrer, y en eso estoy.

Nosotros tenemos la oportunidad de acrecentar el reconocimiento de nuestra cercanía con lo Divino, hacernos cada vez mas conscientes y mas lucidos.

Hay una frase que dice “la verdad nos hará libres”, y la libertad de la que habla, es la liberación del miedo.

Cuando nos integramos, nos reconocemos divinos, el amor entra en nuestras vidas, y cuando el amor llega, el miedo simplemente desaparece.

Finalmente te quiero hablar de la culpa, ese sentimiento que nos acompaña, nos coacciona y nos condiciona a actuar en contra de lo que en realidad sentimos y pensamos.

Por culpa, se cometen grandes errores en la vida.

En su libro, sobre el chamanismo Huna, “El Otro secreto” Shri Khaishvara, nos dice:

“Cuando uno se siente culpable, se aleja de lo bueno, porque siente que no lo merece, y si la culpa es muy profunda se acerca a lo malo para castigarse, entonces entra en conductas autodestructivas como las adicciones a las drogas y a otras cosas perjudiciales”…
…”No puedo ponderar lo importante que es ser perdonado, el ser liberado de la culpa, porque la culpa es causa de todos los males humanos en un nivel o en otro, afecta las relaciones humanas, la salud, la prosperidad y el desarrollo personal.”

Hoy te recuerdo que el perdón nace primero dentro de nosotros mismos, de nada nos sirve el perdón desde fuera, si primero no nos hemos perdonado nosotros mismos.

Cuando nos sentimos culpables, nos separamos para ser juzgados y castigados, en cambio el perdonarse internamente te une y puedes perdonar a la humanidad entera.

La culpa y el perdón, como todo en nuestra realidad sucede adentro y no afuera de nosotros.

Hoy me preguntarás ¿Y cómo hago para perdonarme?

La respuesta es simple: sólo di “me perdono”, recuerda que la palabra crea y al repetir “me perdono” estas atrayendo a la energía del perdón a tu vida.

Que tengamos paz mas allá de todo entendimiento.

Divino Creador, Padre, Madre, Hijo, los tres unidos como solo Uno. Te entrego todos mis miedos y todas mis culpas para que Tú, las transmutes en luz.

Cobíjame bajo tu manto de amor y lléname perdón y paz.

¡Y así se ha hecho!


Lo siento, por favor perdóname


Te amo,
 Gracias


Ana María


Aloha Ke Akua



“Dios está dentro”, “Dios es Amor” “Dios Es YO SOY”