UNA FORMULA

Son muchos los senderos que tomamos hasta llegar a “nuestro” camino, una vez en el, avanzaremos sin mirar atrás, sin buscar seguidores, sin dar consejos, solo avanzando y como dice el poema: haciendo camino al andar.

 Para finalmente encontrar el que será nuestro verdadero camino, podemos aplicar una formula que nos ayude a la entrega de nuestras memorias y que nos guiará en nuestro avance.

 Se trata de tres aspectos: el reconocer, admitir y finalmente corregir.

 El reconocer es un proceso del pensamiento, es aprendizaje, tiene mucho que ver con el marco de referencia de cada quien.

 Es la observación de los hechos de una manera racional.

 El admitir es con el sentimiento, y es la aceptación. Es el aplicar el cien por ciento de responsabilidad, eso quiere decir que reconozco que lo que sea que estoy viviendo, no es otra cosa más que la repetición de mis propias memorias.

 Y para corregir, nosotros con el ho´oponopono, tenemos la mejor herramienta, que más allá de corregir: TRANSMUTA.

 Sólo la Divinidad puede transmutar.

 Es decir que no sólo endereza lo torcido, sino que lo cambia por  claridad.

 ¿Cual es la diferencia en corregir y transmutar?

 Cuando corregimos, cambiamos algún aspecto de un todo, cuando la Divinidad transmuta, hace un cambio desde la esencia misma.

 Eso quiere decir que le entregamos una memoria torcida, equivocada, enferma y la divinidad nos regresa en su lugar, luz de iluminación.

 Cuando practicamos sinceramente el Ho´oponopono, ya no tendremos tantas preguntas, porque al recibir la iluminación encontramos las respuestas en nuestro interior.

 En estos días me ha tocado trabajar con las memorias del pasado.

 Hay una tendencia natural en revivir el pasado doloroso, mucha veces repetimos nuestra historia de vida con lujo de detalles y haciendo hincapié en los momentos de dolor.

 La repetición para buscar una solución, o como recordatorio de los errores cometidos para no repetirlos, no es negativa.

 Yo puedo consultar con un consejero sobre algún problema que me afecta, y el consejero seguramente me dará posibles soluciones, pero si yo no pongo en practica por lo menos una de ellas, es que en realidad no quiero solucionar nada, lo que estoy buscando es revivir una y otra vez la memoria para sentirme una y otra vez victima y así evadir mi responsabilidad.

 Lo mismo pasa con las lecturas, podemos leer los libros con la enseñanza de los grandes maestros, pero si no practicamos lo que leemos, la enseñanza deja de serlo, para transformarse en alimento del ego.

 Son muchas las personas que llegan a mí para una consulta, invariablemente, me toca aceptar que sea cual fuere el problema que me cuentan, tiene que ver con una memoria mía, y el trabajo siempre es hacia adentro.

 Tu y yo somos obras perfectas, lo que esta equivocado, son nuestras memorias.

 Otra forma de decirlo, es que tenemos conductas equivocadas, y nuestras conductas son el producto de nuestras memorias. Si podemos llegar a esta conclusión es que estamos admitiendo y por lo tanto aceptando.

 El tercer paso a seguir en esta formula, es corregir.

 Es cierto que a medida que entregamos a la Divinidad nuestras memorias, ésta las va transmutando, pero también es cierto que no es algo automático, no es de la noche a la mañana, y eso si: requiere de nuestra honestidad.

 Yo no puedo decirle a la Divinidad, te entrego mis memorias de ira, y seguir con mi comportamiento neurótico sin ningún esfuerzo de mi parte, porque entonces lo que estoy haciendo no es honesto.

 Si no hay aceptación, no hay entrega.

 Y es increíble lo liberadora que puede ser la aceptación, si tomamos nuevamente el ejemplo de la ira, puedo tener el impuso hacia la ira, pero en el momento que acepto que se trata de una memoria equivocada mía; ¡inmediatamente se detiene¡ o por lo menos se atenúa.

 Mi Maestro siempre decía “Mi vida es mi mensaje”, y esa es la verdadera honestidad

 Que nuestras vidas sean nuestros mensajes, dejemos de recomendar lo que no practicamos, dejemos de pedir lo que no estamos dispuestos a dar.

 Para terminar quisiera decirte que la mejor manera de liberarnos de las culpas es reparando, la reparación primero es interna, ya que las culpas son el producto de la falta de amor, al reparar internamente, el amor florece y junto con el amor están siempre unidas el perdón y la gratitud.

 Que tengamos paz, más allá de todo entendimiento

 Divino Creador, Padre, Madre, Hijo, los tres unidos como solo Uno. Te entrego todas mis memorias de deshonestidad para que tu las transmutes en Luz.

 

Enséñame a seguir mi verdadero camino, y lo seguiré de tu Mano.

 

 ¡Y así se ha hecho!

 Lo siento, por favor  perdóname


 Te amo,
 Gracias


 Ana María

 


Aloha  Ke Akua



“Dios está dentro”, “Dios es Amor” “Dios Es YO SOY”