RECUERDOS…

Revisando los primeros artículos que compartí contigo encontré este que me gustaría volver a enviarlo, al leerlo comprendí una vez más que la verdad es permanente, todo lo demás no lo es.

Los budistas hablan mucho sobre la impermanencia, la ilusión, porque lo que no es verdadero cambia o desaparece.

Nuestro cuerpo es impermanente pero el espíritu que lo habita es eterno…

Hoy, casi no queda rastro de aquello que fuimos en los primeros días de vida. Si bien es cierto que el cuerpo se va deteriorando, nuestra esencia verdadera se va mostrando con más belleza y brillantez.

 

Hemos emprendido juntos, este camino de no retorno, por alguna razón la Divinidad nos está alimentando y saciando, utilizando este medio.

 

Cada mensaje recibido y compartido nos insta a ponerlo en práctica. Con una vez, que hayamos sido tocados por la claridad bastará  para que quede grabada en nosotros.

 

 Si damos pasos en falso nuestra conciencia nos hace notar que pudimos hacerlo mejor.

 

Muchas veces he dudado si compartir o no mi trabajo personal, invariablemente la respuesta ha sido positiva.  ¿a qué le puedo temer?  a ser criticada: es inevitable, ¿a ser rechazada ¡por supuesto! es hasta un derecho de cada quien,  a lo que sí le temo es a no ser coherente, entonces estaría engañándome a mi misma, mientras sea coherente, seguiré trabajando y compartiendo contigo.

 

Esta forma de trabajar es nueva para mí, el trabajo espiritual es  desde hace tiempo fundamental en mi vida, desde que tomé este camino no lo he abandonado, la diferencia está  en mi forma de aplicar lo aprendido, y esa  me la dio el Ho´oponopono.

 

Quisiera de todo corazón que también hiciera la diferencia para ti.

El Ho´oponopono es una técnica simple, efectiva y directa, y si sólo me mantuviera repitiendo las cuatro frases de sanación, ésta se haría de forma constante.

Lo que hace que deje de hacerlo, son mis propios bloqueos y es por esta razón que profundizo hasta comprender.

 

Comprender significa suspender los defectos de carácter.

 

Los maestros como Morrnah Nalamaku, tal vez no necesitaban este análisis, ella era un alma realizada, pero tú y yo seguramente aún necesitamos encontrar poco a poco esa realización.

 

Cuando finalmente, veo  que es una memoria que se me está mostrando para ser transmutada, en ese momento puedo entregarla a la Divinidad y la transmutación sucede.

 

En toda enseñanza espiritual el fundamento es la fe y la confianza, acompañados por la autoaceptación y la humildad.

 

La fe es creer que existe un poder superior, sin importar que nombre tiene.

La confianza es la seguridad que ese poder superior siempre me acompaña.

La autoaceptación es saber que mi valor primordial es la existencia “valgo porque existo” , y la humildad es aceptar que soy falible, sujeta a  fallar y también a mejorar.

 

 “Cuando encuentres una gran fuerza, alegría y bondad en tu corazón, o cuando te sientas libre y sin contradicciones, inmediatamente agradece en tu interior.

Cuando te suceda lo contrario pide con fe y aquel agradecimiento que acumulaste volverá convertido y ampliado en beneficio”.

Extracto del libro “La Mirada Interna”, Silo.

 

Algunos años después de haber encontrado mi camino, comencé a viajar a la India, sedienta de iluminación, me quedaba en el ashram de mi Maestro, cada día llegaban miles de  peregrinos, en un día normal podríamos ser de diez a quince mil, ni que decir en los festivales que podían llegar al millón.

 

Desde la primera vez sentí que mi forma de trabajo podría estar en la cocina occidental.

 

Tímidamente me acerqué para pedir ser aceptada. Inmediatamente me dieron mi primera tarea: un contenedor enorme de lentejas, y las instrucciones fueron, ¡limpia todo lo que tú no comerías!, esa primera vez tuve la inspiración de aplicar el trabajo a mi interior, con  cada residuo, pajita o piedrita pensaba, ¿qué puedo limpiar en mí, para alcanzar la paz?, y allí comencé…

 

Durante los años siguientes regresaba al mismo lugar, cada vez el trabajo era más intenso, más profundo, combinando las charlas de los sabios del ashram con el trabajo en la cocina, trabajo que hacía generalmente en silencio.

 

Me sentía moldeada por manos invisibles, firmes, amorosas.

 

No  creas que siempre apliqué lo que aprendía, mi terquedad siempre ha sido muy grande, gracias a Dios ahora voy aprendiendo y practicando, poco a poco sin creer que ya estoy lista, uno nunca lo está, siempre hay un paso más que se puede dar, y siempre estar alerta para no volver a mis antiguas tendencias.

 

Más adelante compartiré contigo otras vivencias que nos pueden servir como estímulo para seguir andando. Ahora lo importante es poner en práctica lo que sabemos  aunque sea  uno solo de los principios, sinceramente,  sin desanimarnos.

 

Recuerdo lo que decía mi maestro: “No intentes: Haz”.

 

Esta es parte de mi experiencia, tal vez sólo hubiera sido necesario viajar hacia mi interior, autoindagarme, contrastarme y seguir las enseñanzas… la Divinidad tuvo algo diferente para mí y por ello, mi gratitud será eterna.

 

Iniciemos el momento del renacimiento, de reinventarnos, más lúcidos, más firmes y más llenos de amor.

 

Y que tengamos paz, más allá de todo entendimiento.

 

Divino Creador, Padre, Madre, Hijo, los tres unidos como sólo UNO. Te entrego todas mis memorias de terquedad y soberbia para que Tú, las transmutes en luz.

Enséñame la docilidad de quien se deja guiar y confiar.

¡Y así se ha hecho!




Lo siento, por favor perdóname




Te Amo


Gracias
 



Ana María