Las Decisiones

Hay una ley de la Física que dice: “A cada acción, corresponde una reacción igual y de sentido contrario”

 Eso es: causa y efecto.

 Cada decisión que tomamos en nuestra vida, es una acción que generará,  no una, sino cientos de reacciones iguales y de sentido contrario.

 La palabra sánscrita Karma, se usa mucho, pero no siempre se sabe su significado, karma, simplemente significa acción.

 El solo hecho de respirar, ya es una acción que genera una reacción: Karma

 Desde el enfoque del Ho´oponopono, que identifica tres estados de consciencia, hemos aprendido que el primer estado de consciencia,  el Uhane o la Madre, es la más rudimentaria de las tres consciencias, y es también la que ejerce el libre albedrío, es decir que está decidiendo constantemente.

 Nuestras decisiones van moldeando nuestra realidad y esas decisiones las podemos tomar de dos formas: pensando y razonando, o reaccionando.

 El Subconsciente, Unihipili,  o Niño Interior, es el otro estado de consciencia, y  es el encargado de guardar TODAS nuestras memorias, y que trabaja para nosotros cada instante de nuestra vida, sólo reacciona, no razona.

Si queremos razonar, será necesario educar a ese niño interior, es decir entendernos a nosotros mismos, aceptar que todo es una repetición de memorias y que cada uno de nosotros es perfectamente capaz de elegir qué memorias utilizar y cuales entregar a un poder superior, para que sean transmutadas en luz.

 Creer que solos o con la ayuda de otro ser humano, un terapeuta, una pastilla o un tratamiento  se pueden transmutar nuestras memorias, es equivocado. Las pueden suspender, esconder, desviar, pero siempre estarán en nuestro subconsciente.

 Es como enviar un documento a la papelera de reciclaje de una computadora, ya no estará a la vista,  pero la verdad, es que ¡sigue estando en el sistema!

 Solo Dios, Lo Divino, El Absoluto, El Poder Superior, o como sea que tú le llames a esa forma de existencia, constante y absoluta que nos perméa a todos y a todo, es el único capaz de transmutar, es decir tomar una memoria de dolor y devolvernos en su lugar, luz de iluminación.

 Cada memoria entregada, sincera y coherentemente, deja de ser una acción personal para convertirse en una ofrenda, que ya, no nos pertenece, y por lo tanto ya no genera reacción alguna para nosotros.

 En cambio, la luz que recibimos sólo puede generar más luz, la luz jamás creará oscuridad.

 Entonces hoy es el momento de decidir: aceptar el cien por ciento de responsabilidad y entregar, entregar y entregar, o vivir en nuestro pequeño mundo de gastadas memorias.

 Cuando uno vive en estado de constante entrega , vive también constantemente sorprendido, porque el Universo se acomoda y se armoniza con nosotros como instrumentos de la Divinidad.

 Es tan simple y tan efectivo que podemos preguntarnos ¿por qué entonces, vivimos en angustia y dolor?

 La respuesta es: Porque no terminamos de decidirnos.

 Es necesario aceptar el cien por ciento de responsabilidad y dejar de responsabilizar a otros de lo que es una repetición de nuestras propias memorias, y entregar.

 Para llegar a la entrega, lo primero es aceptar nuestra propia responsabilidad y una vez aceptada, recién podemos entregar.

 Cada decisión es un proceso,  en donde interviene nuestro intelecto, desde un marco de referencia dado por nuestras memorias, pero afectado o modificado por el conocimiento de nosotros mismos.

 Si estamos llenos de culpas, rabia y temores, nuestras decisiones serán el producto de una visión borrosa de la realidad.

 Hacen muchos años, aprendí algo que me ha ayudado mucho, y es hacerme la pregunta: ¿realmente, qué estoy sintiendo?

 Entonces, si mi sentimiento, mi pensamiento y mi acción están en armonía, haré las decisiones correctas y estaré cumpliendo mi Dharma.

 ¿Y que es Dharma?

 Dharma es una palabra sánscrita que significa rectitud.

 Pensamos que la rectitud es sólo, lo que nos es agradable, y no tomamos en cuenta que todo en la naturaleza tiene su propio Dharma o propósito.

 Por ejemplo, el Dharma de un virus es enfermar, es por eso que,  en la sabiduría del Ho´oponopono, no vamos nunca “en contra de” sino mas bien, primero aceptamos, luego agradecemos a la enfermedad y finalmente la entregamos y liberamos.

 Así también, el Dharma de la semilla es reproducir, el del sol calentar y alumbrar, del escorpión es picar, el de una fiera es atacar, como el dharma de un ave es cantar y volar.

 Sigamos nuestro propio Dharma, seamos fieles a nuestra naturaleza viviendo con nuestro sentimiento, pensamiento y acción en la misma dirección.

 Que tengamos paz más allá de todo entendimiento.

 

Divino Creador, Padre, Madre, Hijo, los tres unidos como solo Uno. Te entrego mis tres consciencias para que Tú, las llenes de luz.

 

Permíteme reconocer cual es mi verdadero Dharma y ayúdame a cumplirlo.

 ¡Y así se ha hecho!

 
Lo siento, por favor  perdóname


 Te amo,
 Gracias


 Ana María

 


Aloha  Ke Akua



“Dios está dentro”, “Dios es Amor” “Dios Es YO SOY”