Huellas

Hacen exactamente treinta años,  Roberto, mi hermano mayor, que vive fuera del Perú, me trajo de regalo, un cuadrito de madera que tenia grabada esta oración:

“Una noche tuve un sueño… soñé que estaba caminando por la playa con el Señor y, a través del cielo, pasaban escenas de mi vida.

 Por cada escena que pasaba, percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena: unas eran las mías y las otras del Señor.

 Cuando la última escena pasó delante nuestro, miré hacia atrás, hacia las pisadas en la arena y noté que muchas veces en el camino de mi vida quedaban sólo un par de pisadas en la arena.

 Noté también que eso sucedía en los momentos más difíciles de mi vida. Eso realmente me perturbó y pregunté entonces al Señor: «Señor, Tu me dijiste, cuando resolví seguirte, que andarías conmigo, a lo largo del camino, pero durante los peores momentos de mi vida, había en la arena sólo un par de pisadas. No comprendo porque Tu me dejaste en las horas en que yo más te necesitaba».

 Entonces, El, clavando en mi su mirada infinita me contestó: «Mi querido hijo. Yo te he amado y jamás te abandonaría en los momentos más difíciles. Cuando viste en la arena sólo un par de pisadas fue justamente allí donde te cargué en mis brazos».

Cuando la recibí, estaba muy lejos de imaginarme que llegaría a comprobar la absoluta verdad de esa oración, en un comienzo me pareció bonita, me gustó y pensé que era un poco cursi.

En esa época, yo me encontraba todavía buscando todo aquello que me diera poder, henchida de soberbia y creyendo que el mundo siempre estaba en deuda conmigo , y que  yo, podría con el mundo.

Eran años de ímpetu, la clase de ímpetu,  que te da la juventud sumada a la ignorancia de lo que es real.

De pronto y por diferentes vías, comenzaron a llegar las pruebas y mi búsqueda continuo, pero fue transformándose,  desde  buscar poder,  hasta buscar la entrega.

En un comienzo me resistía, no aceptaba que las cosas no salieran según mis planes, llego un momento en que renegué de Dios.

 Un día de abril,  en 1992, estaba en un hotel maravilloso con todas las comodidades imaginables y  aun así, era completamente  infeliz, me recosté  para hacer una siesta frente al mar   y  al rato escuché una voz que  decía:

 “solo el amor, solo el amor”

 Desperté sobresaltada, pensando que alguien me hablaba, miré a mi alrededor  y no había nadie, pero las palabras seguían resonando en mi interior “solo el amor, solo el amor”

Desde ese día algo sucedió´, comencé a sentirme mejor.


Un mes después, buscando aprender una técnica nueva, fui donde la que seria una de mis maestras al inicio del camino,  y de manera totalmente “casual” recibí  de ella, el primer libro que hablaba sobre mi Maestro.

 Ese mismo día, supe que era eso,  lo que había buscado toda mi vida    y gracias  Sus enseñanzas,  y al ir practicándolas una por una, cambió mi vida para siempre.

 

Tiempo después recordé y pude comprender, la oración que recibí,  en donde  decía que el Señor, te lleva de la mano y si es necesario,  te llevará en brazos.

Los años siguientes muchas veces fui llevada en brazos, cuando creía que mi fuerza me abandonaba, cuando ya no podía más, Dios siempre puso en mi camino quien me ayudara y me acompañara.

Hoy día, no hay momento que no agradezca al Señor, todo es bendición, aun aquello que por un momento,  puede retorcer mi corazón de dolor, lo veo como una bendición, porque estoy convencida que todo es perfecto, nada escapa de  Su perfección Divina, solo es necesario,  tener paciencia para llegar a ver la trasmutación del dolor en  armonía y llenarme de serenidad.

Trato de vivir en presente, de solucionar , hoy día, lo de hoy, de disfrutar de todas las bendiciones que me rodean, y alguna vez,  cuando  el temor  o la duda aparecen, les digo:  “te amo, gracias” y sigo adelante.Estoy convencida que solo el amor lo puede todo.

Estoy convencida que solo el amor lo puede todo.

Amar trae consigo, el perdón, abandonar la critica, la victimización y la manipulación y por supuesto su eterna acompañante:  la gratitud.

Hoy dejo en tu memoria esas  palabras:

 SOLO EL AMOR; SOLO EL AMOR.

 Divino Creador, Padre, Madre, hijo, los tres unidos como solo Uno. Te entrego todas mis memorias equivocadas para que Tú las transmutes el Luz.

Gracias por llevarme de la mano y gracias por la infinidad de veces que me llevaste en tus brazos.

¡Y así se ha hecho!

Lo siento, por favor  perdóname

Te amo,Gracias

Ana María¡

 


Aloha  Ke Akua



“Dios está dentro”, “Dios es Amor” “Dios Es YO SOY”
 


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